Cuento 17: El bosque de las luces eternas
En un reino donde el cielo nunca dormía y las estrellas bailaban al ritmo del viento, existía un bosque llamado Lúminar. No era un bosque común, sino un lugar encantado donde las flores brillaban con luz propia y los árboles susurraban secretos antiguos.
El pueblo más cercano, Valdoria, estaba lleno de historias sobre ese lugar misterioso. Se decía que en el corazón del bosque, una criatura llamada Lúmi guardaba un poder capaz de conceder deseos, pero sólo a quienes demostraran un corazón puro y valiente.
Una joven llamada Elara, curiosa y soñadora, había escuchado estas historias desde niña. Su abuelo le contaba que Lúmi no era solo un ser mágico, sino la guardiana del equilibrio entre la luz y la oscuridad en el mundo. Un día, cuando la sombra empezó a extenderse por el reino y las noches se volvieron más largas y frías, Elara decidió aventurarse en Lúminar para encontrar a Lúmi y pedirle ayuda.
Al entrar al bosque, Elara sintió que la realidad cambiaba. El aire estaba cargado de una energía luminosa que acariciaba su piel. Flores con pétalos traslúcidos se movían suavemente, iluminando su camino con destellos dorados y azules. Pero también había desafíos: raíces que se entrelazaban como serpientes, susurros que intentaban confundirla y sombras que acechaban desde la penumbra.
Guiada por un pequeño lucero que parecía bailar frente a ella, Elara avanzó sin perder la esperanza. En el centro del bosque, encontró un claro donde la luz parecía brotar de la tierra misma. Allí, entre haces de luz que parecían suspenderse en el aire, apareció Lúmi: una criatura etérea, mitad ave, mitad espíritu, con plumas que reflejaban todos los colores del arcoíris.
Lúmi habló con una voz que sonaba como un coro de campanas: “Elara, has llegado con un corazón valiente y sincero. El equilibrio está en peligro porque la sombra crece en los corazones de los hombres. Pero el poder para restaurarlo reside también en ti.”
Con un movimiento de sus alas, Lúmi entregó a Elara una pequeña esfera de luz pura, que contenía la esencia del bosque. “Esta luz es tu esperanza y tu fuerza. Llévala contigo y nunca dejes que la oscuridad apague tu valor.”
Elara regresó a Valdoria, y poco a poco, la esfera comenzó a brillar más intensamente, disipando las sombras que cubrían el reino. La gente recuperó la alegría, y las estrellas volvieron a danzar en el cielo con mayor brillo.
Desde entonces, Elara fue recordada no solo como una valiente aventurera, sino como la portadora de la luz eterna, aquella que demostró que la verdadera magia está en creer en uno mismo y en la esperanza que llevamos dentro.
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