Cuento 18: La ciudad bajo el mar

Hace siglos, antes de que los mapas contaran todas las tierras, existía una ciudad sumergida llamada Nereida. Se encontraba en las profundidades del océano, protegida por un campo invisible que sólo podía cruzar alguien con el corazón lleno de verdad.

El joven Aris, un pescador valiente, siempre había soñado con encontrar esa ciudad después de escuchar las historias que su abuela le contaba. Un día, mientras navegaba, una tormenta enorme lo arrastró hacia un remolino brillante que lo sumergió en un mundo desconocido.

Al despertar, Aris estaba en Nereida. Las calles eran de coral, los edificios hechos de perlas gigantes y las luces provenían de medusas flotantes. Pero lo que más lo sorprendió fue que la gente podía respirar bajo el agua, y hablaban un idioma melodioso que parecía música.

Aris aprendió que la ciudad estaba en peligro: una sombra oscura crecía en el fondo del océano, amenazando con destruir todo. Para salvar Nereida, debía encontrar la perla de luz eterna, escondida en las cavernas del abismo, custodiada por un dragón marino.

Con la ayuda de una joven llamada Mira, que podía comunicarse con las criaturas del mar, Aris emprendió la aventura más peligrosa de su vida. Enfrentaron corrientes traicioneras, criaturas desconocidas y la oscuridad misma, hasta llegar a la cueva del dragón.

Pero el dragón no era una bestia feroz, sino un guardián que ponía a prueba el valor y la honestidad de quienes buscaban la perla. Al demostrar su pureza, Aris obtuvo la perla y regresó a Nereida, donde su luz dispersó la sombra y salvó la ciudad.

Desde entonces, Aris vivió entre las maravillas del océano, recordando que la verdadera fuerza reside en la valentía y el respeto por lo desconocido.

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